lunes, 1 de agosto de 2016

Columna de Lorena Cancela: LA ITALIANEIDAD DESDE DOS PUNTOS DE VISTA DIFERENTES


 
En los últimos meses se han estrenado en Buenos Aires distintas películas de Europa y especialmente de Italia: Viajo Sola de María Sole Tognazzi y Nadie se salva solo de Sergio Castellito son algunos ejemplos de una lista a la que este jueves se sumaron Sangre de mi Sangre de Marco Bellocchio y No Renuncio de Gennaro Nunziante.
Sería injusto con Sangre de mi Sangre creer que por contar la trama, estructurada en dos partes, se puede dar cuenta de la película. Bellocchio construye un puente entre la sociedad italiana del S.XVII y la actual a través de reunir a distintos personajes, interpretados en algunos casos por los mismos actores (algunos de ellos sus hijos), en torno a un espacio que supo ser un convento. En la primera parte unos clérigos, poseídos ellos por el sadismo y la perversión, intentan achacarle a una mujer joven y deseante, aspirante a monja, un pacto con el Demonio. En la segunda parte, un ruso millonario quiere comprar ese convento flojo de papeles mientras se teje un entramado entre mafioso y ridículo. La película une a los dos tiempos con una elipsis magistral como si hubiera una continuidad entre esos personajes arquetípicos y lo que les pasa por el solo hecho de interactuar con ese espacio específico. Imperdible este relato fuera de norma, que juega con los géneros de los films de terror satánico y de mafia, y difícil de poner en palabras de un maestro italiano consagrado.

Por el contrario, ¡No Renuncio!, y si bien su trama es fácil de contar (un hombre no quiere renunciar a su puesto de empleado público), es una película plagada de clichés. Su personaje principal es un gritón poco propenso a respetar las leyes del tránsito, y mamero, que se enfrenta con la Secretaria del Ministerio de Trabajo que lo quiere forzar a que deje su puesto por un recorte presupuestario. Las intenciones sociales del film son muy buenas en toda la película pero está narrada y filmada de una manera muy convencional y apelando a gags vistos lo que hace que su contenido quede como en segundo plano. El atractivo es la presencia de un actor muy reconocido en Italia: Checco Zalone que por momentos convence, y por otros no tanto en su personaje políticamente incorrecto. El que busca una comedia sin vuelo creativo, pero pasar un buen rato, aquí encontrará su opción. 

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